La Universidad en Toledo
La Universidad dejo de ser hace tiempo un reducto para las clases sociales más favorecidas. Hoy, afortunadamente, es cada vez mayor el número de personas que puede acceder a ella, por lo que su representatividad en la vida social de la ciudad es muy importante.
Según datos del Ministerio de Educación cerca de un millón y medio de jóvenes cursan en estos momentos sus estudios universitarios. La lucha de las distintas universidades por tratar de conseguir el máximo número de estudiantes posibles es cada vez más feroz, especialmente ahora que la reducida tasa de natalidad de los ochenta provoca un descenso progresivo cada año en este colectivo.
No es de extrañar, por tanto, que las Universidades, amparadas por las administraciones correspondientes e instituciones privadas, traten de captar estudiantes para conseguir mayores subvenciones y ayudas públicas, mientras que la ciudad y su vida económica y social se benefician de esta circunstancia.
Y es que, tanto los estudiantes universitarios que cursan sus estudios en su ciudad de nacimiento como los que se desplazan a otras ciudades, dotan de un ritmo singular a estas localidades receptoras. Pero, además, estos últimos alquilan pisos o viven en residencias, compran en la ciudad, emplean sus servicios y desarrollan todas las actividades de ocio en la misma. Por esa misma razón debe ser prioritario atraer a éste y a otros sectores a nuestra ciudad.
Ejemplos de ciudades que han sabido atraer durante años a este grupo social son muy conocidos a nivel nacional. De este modo encontramos a Salamanca, Santiago o Granada, con las que es muy difícil competir por razones, principalmente, de prestigio, exagerado, por cierto, en muchas ocasiones.
Pero existe otro número importante de ciudades de tamaño medio, tales como Cádiz, Oviedo, Badajoz, Alcalá de Henares o Santander, en las que residen miles de estudiantes de otras provincias.
¿Por qué esto no ocurre en Toledo? Las razones son múltiples.
Una de ellas en que no existe una apuesta decidida desde la Junta de Comunidades por apostar por esta institución. A diferencia de otras Comunidades Autónomas, como Castilla y León o Andalucía, aquí no contamos con una universidad diferente para cada provincia, sino que la misma abarca a todas las de la Comunidad, a excepción de Guadalajara.
Este hecho no debería significar un problema, si no fuera porque la Junta de Comunidades debe distribuir entre todas las sedes de las diferentes provincias, consiguiendo que muchas de ellas adolezcan de una oferta atractiva en número y en calidad. La importancia de este hecho es enorme, ya que la adjudicación de una carrera a una sede determinada, complica la posibilidad de que esa misma disciplina se imparta en otra sede de la misma universidad.
A esto hay que añadir circunstancias propias del absurdo, como que Talavera de la Reina se baraje como una posibilidad para ser sede de la Diplomatura en Turismo, cuando Castilla-La Mancha cuenta con dos ciudades Patrimonio de la Humanidad: Cuenca y Toledo.
Otro problema se refiere a las vías de comunicación. Es cierto que se han hecho grandes esfuerzos en los últimos años desde el Gobierno Regional en este aspecto, como es la Autovía de Los Viñedos o la instalación del servicio Ciudad Directo, que comunica mediante autobuses y de un modo directo, todas las capitales de provincia de la Comunidad, pero habría que potenciar las relaciones entre las localidades cercanas como el caso de Talavera de la Reina y Toledo, por ejemplo, cuya separación geográfica de ochenta kilómetros se traduce en más de 90 minutos de un autobús que, además, no goza de la frecuencia necesaria.
En mi opinión, la relación con esta localidad debería ser bastante más fluida en ambas direcciones para potenciar el flujo de personas y capitales, tal y como hacen Oviedo y Gijón, Cádiz y Jerez de la Frontera o Cartagena y Murcia, por citar algunos ejemplos.
Sin embargo no es únicamente culpa de la Junta de Comunidades, lamentablemente, pues si el problema se circunscribiera a una sola administración la solución sería bastante más sencilla.
El Ayuntamiento, con su inmovilismo habitual, no ha sido capaz de garantizar a sus ciudadanos de un servicio tan básico como un autobús que llegue a la Universidad desde los distintos barrios. Y es que, aunque a este gobierno le parezca extraño, no todos los jóvenes tienen coche, y la distancia que separa los barrios de San Antón, Buenavista o la Avenida de Europa del Campus de la Fábrica de Armas no es pequeña, especialmente si la temperatura sobrepasa los cuarenta grados en junio, o no alcanza valores positivos en invierno, algo relativamente habitual en nuestra ciudad. Y todo esto por no hablar de barrios más alejados como Santa María Benquerencia o Santa Barbara.
Pero existe un dato aún más esclarecedor. Este Campus comenzó a funcionar como tal en 1999. Desde entonces, y hasta la fecha, no se ha incorporado acerado ni iluminación en los accesos principales, como la calle de San Pedro el Verde, siendo necesario atravesar un descampado u optar por un camino alternativo que incrementa la distancia considerablemente.
Sin embargo la urbanización de esta zona ha mejorado en los últimos meses. ¿Cuál es la razón? ¿Le han comenzado a preocupar a nuestro alcalde los estudiantes y los vecinos de esa zona de la ciudad? Puede ser que sí, pero intuyo cierta relación entre esas obras y la urbanización de la Vega Baja, aunque este tema requiere un trato aparte.
El otro agente implicado es el sector privado pero, claro, hablar en Toledo de que una empresa privada invierta en esta ciudad, sin pretender obtener beneficios desorbitados, es poco menos que una utopía. Creo que nuestros empresarios no han oído nunca hablar de la Responsabilidad Social Corporativa y, salvo algunas cajas de ahorros, no he visto ni un acto de estas características en mi ciudad.
Se puede admitir tener una Universidad compartida con cuatro provincias y numerosos campus universitarios repartidos por otras localidades de la Comunidad, se puede admitir la falta de ayudas y subvenciones, la escasez de interés de una de estas instituciones, el inmovilismo de los empresarios y las empresas de la ciudad, pero lo que es inadmisible es que en Toledo, se den cita todas esas circunstancias.
Sin embargo, el problema tiene una solución tan sencilla como imposible de realizar, pues requiere un ejercicio de diálogo entre todas las partes que, tal y como se ha visto en circunstancias parecidas, no tiene visos de producirse a ningún plazo.
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