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Toledo se mueve

El deporte en Toledo

No son buenos tiempos para el deporte en Toledo. Nunca lo han sido. Desde la década de los noventa el declive en esta materia es cada vez más patente. Ejemplos de ello los encontramos con la desaparición del Santa Bárbara, equipo de fútbol de los antiguos trabajadores de la fábrica de armas, o con  el cambio de sede del Caja Toledo, que abandonó el obsoleto pabellón del Salto del Caballo, hoy Pabellón Javier Lozano, y la ciudad de Toledo, para instalarse en la localidad vecina de Talavera de la Reina.

 

Sin embargo, como en nuestra ciudad la historia se repite frecuentemente, este verano hemos asistido a otros dos nuevos traslados con los casos del Baloncesto CEI y del Club Voleibol Toledo, convertidos ahora en el Club Baloncesto Bargas Siglo XXI y el Club Voleibol Bargas Atalia, respectivamente.

 

El proceso de negociación de este traslado ha sido ampliamente recogido por la prensa local, lo que no ha servido para que el concejal de deportes, Fernando Fernández Gaitán, haya sido capaz de impedir el abandono de Toledo por parte de estos clubes.

 

Sería muy fácil, tal y como ha hecho nuestro concejal, culpar al alcalde de Bargas de esta situación, pero, dejando a un lado una parte de razón que puede tener en esa afirmación, creo que nuestro Ayuntamiento peca del inmovilismo más absoluto en esta materia.

 

Desde mi punto de vista, no es acertado que los clubes deportivos tengan una dependencia total de las instituciones públicas, pienso que sí debe existir un cierto compromiso de las instituciones, aunque no únicamente en materia directamente económica.

 

Con esto quiero decir que el Ayuntamiento debería tratar de potenciar la implicación de las empresas con las entidades deportivas de la ciudad, algo que sucede en la mayoría de los municipios y localidades de nuestro país, dado el peso específico que, indudablemente, el Consistorio tiene, o debe tener, en la ciudad.

 

El problema con el deporte es evidente tanto a nivel de clubes como de instalaciones, de escuelas deportivas o de promoción. Nuestra ciudad adolece, en este aspecto, de una visión del deporte como una inversión de futuro a ningún plazo, ni desde un punto de vista social ni económico.

 

Es obvio que el fomento del deporte entre los más jóvenes, así como la facilitación a los ciudadanos de instalaciones y servicios necesarios para su práctica, es  una inversión para el futuro, pero también lo es el hecho de que un apoyo a un deporte o a una actividad deportiva concreta, puede provocar grandes ingresos a nuestra ciudad.

 

Un ejemplo de esto último lo encontramos en el ciclismo.

 

El día 18 de julio de 1959 un español es capaz, por primera vez tras más de cincuenta ediciones disputadas, de conquistar el Tour de Francia. Se trata de un ciclista nacido en Val de Santo Domingo, Toledo, y residente en la capital de la provincia, Federico Martín Bahamontes.

 

Esta victoria marcó un hito en el deporte español. El Tour de Francia es el mayor éxito que puede alcanzar un ciclista. Lograrlo garantiza al corredor contratos millonarios y estabilidad laboral de por vida.

 

Es posible que en España, tras las victorias de Miguel Induráin a principios de los noventa, se nos olvidara la dificultad que entraña esta prueba y, únicamente ahora, que han pasado diez años sin victorias y sin ni siquiera acercarnos a ellas, volvamos a valorar a nuestros héroes.

 

Los nombres de Bahamontes, Ocaña, Delgado y, por supuesto, Induráin, son referentes generacionales y, en mi opinión, se les debe tratar como tal, especialmente en aquellas ciudades pequeñas como es el caso de Toledo y Segovia, que no suelen contar con deportistas de élite.

 

Y es que Bahamontes, al igual que ocurre con Delgado, es desde el punto de vista de las relaciones públicas una persona de valor incalculable.

 

Bahamontes es una persona con muy buena imagen entre los españoles, asociada a valores como el sacrificio, el éxito y la superación, siendo también percibido como una persona humilde y cercana.

 

Además, el hecho de que cada vez que se cite a Bahamontes se haga precedido del nombre de su localidad, es una promoción tan importante que, cuantificada en términos económicos, sería altamente costosa. Por esta razón creo que, aunque fuera desde un punto de vista puramente económico, dejando a un lado homenajes y sentimentalismos, justificados en todo caso, habría que potenciar este vínculo.

 

Por ello, me sorprende que una ciudad cuya vinculación con este deporte debería ser absoluta, la Vuelta Ciclista a Toledo, apadrinada por nuestro Federico, haya estado varias ediciones sin transitar por las calles de la capital de provincia.

 

Es loable es esfuerzo del alcalde actual en esta materia de recuperar el fin de la última etapa para nuestra ciudad, pues es una carrera ciclista claramente deficitaria y con poca repercusión mediática, que a buen seguro le reporta más inconvenientes que satisfacciones y réditos políticos.

 

Sin embargo, no entiendo como este apoyo al ciclismo a nivel local, no se hace extensivo a nivel nacional, pujando por albergar una etapa de la Vuelta Ciclista a España.

 

Tal vez pueda parecer un asunto secundario y de escasa importancia, pero, económicamente, el hecho de que 200 ciclistas profesionales lleguen a la capital toledana implica que lo hacen con ella otras 200 personas entre personal de los equipos, periodistas y organización, lo que se traduce en ingresos para los establecimientos hoteleros de la ciudad, empresarios de gastronomía, tiendas de souvenirs, además de ofrecer un atractivo a los ciudadanos de Toledo. Por no hablar de los beneficios publicitarios y la repercusión mediática, ya citada anteriormente, fruto de la aparición de la ciudad en todos los medios nacionales, y que tal vez sea el punto más importante para celebrar estos acontecimientos.

 

Revisando datos e historia de la Vuelta Ciclista a España, vemos que Toledo ha sido final de etapa en, tan sólo, cinco ocasiones, siendo la última de ellas en 1988. Han pasado casi veinte años y un número considerable de alcaldes por nuestro Consistorio, pero ninguno ha considerado atractivo invertir 83.000 euros, el precio de ser final de etapa en la próxima edición.

 

Supongo que no faltarán demagogos que encontrarán la justificación a esta larga ausencia en que es preferible invertir en reparar las aceras, antes que en esta materia, pero el presupuesto en publicidad es amplio y seguro que permite ciertos ajustes, al menos cada diez años, para que los ciclistas lleguen a nuestra ciudad.

 

El problema en Toledo lo encontramos en que la búsqueda de soluciones imaginativas y alternativas a las opciones tradicionalmente ofrecidas es nula. Bajo el amparo del IV Centenario del Quijote, aún vigente, existen gran número de subvenciones y ayudas para todos los actos que colaboren a la promoción de la Comunidad Autónoma de alguna forma, así como otras iniciativas relacionadas con el medio ambiente, energías renovables o de conservación del patrimonio, que aparte de reportar beneficios a los ciudadanos, colaboran a mejorar la imagen de la ciudad.

 

Sin embargo, y muy a mi pesar, creo que no será posible a corto ni medio plazo la realización de ningún evento ni actividad de estas características, ni ser sede de una etapa de la Vuelta Ciclista a España, o  evitar la marcha del Club Baloncesto Polígono o cualquier otro club a otra localidad, así como tampoco lo será que se creen nuevos espacios deportivos, ni se apoye nada, absolutamente nada, que tenga alguna relación con el deporte.

1 comentario

xtrex -

Espero noticias sobre el posible ascenso a 2º B, ¿Sabes algo?, te he enlazado en mi blog.