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Toledo se mueve

Toledo en Fiestas

Revisando el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española encontramos en la cuarta acepción de la palabra “fiesta” la definición de ésta como “diversión o regocijo”.

 

Si continuamos un poco más con la lectura y nos adentramos en la quinta acepción, se amplía esta definición afirmando que la fiesta es “regocijo dispuesto para que el pueblo se recree”, mientras que la sexta acepción concluye que se trata de “una reunión de gente para celebrar algún suceso, o simplemente para divertirse”.

 

He decidido revisar este concepto no por el desconocimiento del mismo, motivo habitual por el que utilizamos los diccionarios, sino porque temía que el significado que yo asignaba a esta palabra no se ajustara estrictamente al adecuado.

 

Lamentablemente, y tras comprobarlo con el diccionario de nuestros académicos, el término fiesta aparece ligado, tal y como sospechaba,  a los conceptos de diversión y regocijo.

 

Puede que algunos se pregunten el porqué de este dilema lingüístico, pero si les digo que en estas fechas tiene lugar la celebración de las Ferias y Fiestas de 2006 en Toledo, muchos entenderán mi contrariedad.

 

En estos días de fiestas, o lo que es lo mismo, de “ocio y regocijo”, las actividades enmarcadas dentro de la Programación Oficial organizadas por el Ayuntamiento de Toledo y, en concreto, por la Concejalía de Festejos, son, cuanto menos, escasas y pobres, lo que no ayuda en absoluto a compaginar la definición de nuestra Real Academia con el sentido que las fiestas tienen en Toledo.

 

Por ello, se me ocurren dos posibles soluciones.

 

La primera de ellas sería enviar una carta a la Real Academia de la Lengua Española con el objetivo de que, o bien modifiquen las acepciones cuarta, quinta y sexta de la palabra fiesta, o bien añadan otra más en particular para la ciudad de Toledo.

 

Dado que según el Instituto Cervantes hay más de 380 millones de hispano hablantes en el mundo, considero complicado que modifiquen una acepción porque no se ajusta a la realidad de 70.000 personas y, por la misma razón, no se dignen a establecer una acepción para nuestra ciudad, pues crearía un precedente que traería complicaciones a la unidad del idioma.

 

Imaginen que dentro de la palabra fiesta encontráramos un epígrafe denominado “fiestas de Toledo”, y lo definiera como un conjunto de actividades monótonas, aburridas y rancias para los ciudadanos. Es posible que en estos tiempos de divergencias entre las distintas autonomías, los habitantes otras localidades como Gijón o Jaén, por citar dos al azar,  quisieran conseguir su propio epígrafe, lo que provocaría que los diccionarios multiplicaran infinitamente su tamaño quedando sujetos a continuos cambios y remodelaciones.

 

Por eso aporto una segunda solución, bastante más sencilla y, evidentemente, más fácil de llevar a cabo: mejorar las fiestas de Toledo con el fin de adaptarlas a la definición aportada por el diccionario en cuestión, es decir, provocando diversión y regocijo entre los ciudadanos de esta ciudad.

 

El problema de estas Ferias y Fiestas de Agosto de 2006 es que no son un problema aislado. Son un problema que se repite cada año por estas fechas y que afecta también a la celebración más importante de la ciudad: el Corpus.

 

En mi opinión la clave para que las fiestas de una localidad sean un éxito, con independencia del tamaño de la misma, es lograr la participación ciudadana. Para ello es necesario la creación de actividades atractivas para los diferentes grupos de edad, identificar las demandas de la población y los espacios más adecuados para su desarrollo, combinando la accesibilidad con el  bienestar vecinal y de los participantes.

 

Toledo presenta unas características físicas singulares que representa inconvenientes para la celebración de ciertos actos pero también ofrece evidentes ventajas. Es obvio que nuestro casco histórico, que cuenta con un entramado de calles estrechas y en pendiente no permiten la concentración de un gran número de personas en un mismo punto, pero también lo es que permite la celebración de pequeños actos e instalación de diversas actividades en distintos puntos del mismo. A esto debemos sumar, además, el atractivo que el casco tiene para los toledanos, tal y como comenté en opiniones anteriores, que hace que éstos no duden en desplazarse al mismo ante cualquier acto por escasamente atractivo que sea.

 

Pero el problema de Toledo con las fiestas no se circunscribe únicamente a que el Ayuntamiento no ofrezca actividades en un punto o en otro determinado, sino en que desde la Concejalía de Festejos tienen un problema de concepto muy grave.

 

Y es que el concejal del ramo, Fernando Cirujano, entiende el éxito o el fracaso de las fiestas en función de las actuaciones que trae a nuestra ciudad, cuando eso lejos de ser el motivo principal del éxito de las fiestas no deja de ser un mero complemento, pues no se puede cuantificar el éxito en función de quién viene a actuar o no, porque ese evento ocupa únicamente dos horas dentro del programa de fiestas.

 

Con el objetivo de completar dicho programa, El Ayuntamiento, como regidor de la ciudad, cuenta con la ventaja de ser el propietario de prácticamente todas las instalaciones deportivas de la misma, así como con la posibilidad de establecer cualquier zona de Toledo como espacio destinado a la celebración de las mismas.

 

Por eso, celebrar competiciones deportivas por barrios o a nivel general de la ciudad, organizar conciertos diarios con la Banda de Música Municipal, realizar actividades para niños y ancianos en los parques de Toledo y otras actividades de este tipo serían fácilmente llevadas a cabo por el Consistorio a muy bajo coste.

 

Otras opciones podrían ser la celebración de conciertos de grupos musicales de jóvenes de la  localidad, de escuelas de música privadas, exhibiciones de clubes deportivos, exposiciones temporales, seminarios, ciclos temáticos o permitir a grupos de jóvenes u organizaciones no gubernamentales el desarrollo de iniciativas propias.

 

Creo que otro factor clave para el éxito es la integración de los empresarios en la celebración de las fiestas de la ciudad.

 

Con tal fin, el señor Cirujano ha decidido que la instalación de seis casetas en el aparcamiento del Recinto Ferial que únicamente abren por la noche, es más que suficiente muestra de la integración de los hosteleros en las celebraciones de la ciudad.

 

Esto sirve de ejemplo de cómo se hacen las cosas en nuestra ciudad. Entiendo que los vecinos de ciertas zonas protesten ante el ruido y las molestias generadas por las grandes concentraciones de gente, pero ¿no sería posible establecer en distintos puntos de la ciudad casetas a bajo coste para empresarios de la hostelería con horario diurno y de tarde? Desde mi punto de vista se podrían instalar en el Paseo de Merchán, en la Puerta del Cambrón, en algunas calles y plazas del Casco Antiguo, por ejemplo, sin perturbar el bienestar de ningún ciudadano y tendrían un éxito notable de gente, al igual que las celebraciones de los días 24 y 32 de diciembre.

 

El problema, como cualquiera puede comprobar, no es muy difícil de solucionar, pero viendo como entiende las fiestas el Ayuntamiento de Toledo, cuyas únicas actividades consisten en el emplazamiento dentro del Recinto Ferial de un número cada vez más reducido de atracciones, tómbolas y puestos acompañados por algún concierto, la celebración de una misa el día 15 de agosto, la realización de dos pasacalles, un torneo de tenis de mesa y la emisión en el cine de verano de películas estrenadas hace más de un año de forma gratuita. Diversión y regocijo a raudales. (Invito a todos a que comprueben la generosa oferta de estas Ferias y Fiestas de 2006 en la página web de nuestro Ayuntamiento a través del siguiente enlace: http://www.ayto-toledo.org/cultura/feria/feria.asp)

 

En mi opinión el problema surge de la creación de un Recinto Ferial, no por el hecho en sí de construirlo, sino por la escasez de mirar de nuestros políticos y no entender a éste como un complemento, sino como un todo en el que centrar toda la actividad del evento, con escaso éxito por cierto.

 

Los feriantes afirman que las instalaciones son deficientes y amenazan con no volver a la ciudad de Toledo, algo parecido a lo que afirman los artesanos que acuden cada año en octubre a la Feria de Artesanía, pero Fernando Cirujano y José Manuel Molina, Excelentísimo Alcalde de Toledo, acusan a los primeros de tener intereses políticos y estar amenazados y a los segundos de negociar con otras ciudades para trasladar la Feria.

 

La participación ciudadana disminuye gradualmente y cada ocasión que se acercan unas fiestas oímos al Concejal de Festejos justificarse porque se acaba de incorporar al equipo de Gobierno (2003), porque el Corpus copa la mayor parte del presupuesto (2004) o porque se ha hecho lo que se ha podido dentro de que sus posibilidades son  limitadas (2006).

 

Y mientras todo esto sucede, mientras los jóvenes no muestran interés en las actividades y los mayores añoran aquellas tardes de feria en la Vega rodeados de toda la familia no acudiendo a un recinto que no es agradable, nuestros concejales, los que gobiernan y los que están en la oposición, pasean juntos por el Recinto Ferial felicitándose por sus actuaciones que nos proporcionan tanto regocijo y diversión.

 

Invito desde aquí a todos los lectores de este artículo a que escriban comentarios con posibles ideas para las fiestas en el futuro. Tal vez se pueda elaborar un documento para las próximas ediciones que aporten alguna idea a nuestros concejales.

1 comentario

Lareinadelosmares -

Totalmente de acuerdo. El año pasado fue casi peor. Aún recuerdo el bochornoso espectáculo de Leticia Sabater...